La quínoa es un gran alimento que nos proporciona diversos nutrientes. Posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano, lo que la convierte en un alimento muy completo y de fácil digestión. Además, un excepcional equilibrio de proteínas, grasas y carbohidratos (fundamentalmente almidón). Entre los aminoácidos presentes en sus proteínas destacan la lisina (importante para el desarrollo del cerebro) y la argininae histidina, básicos para el desarrollo humano durante la infancia. Igualmente es rica en metionina y cistina, en minerales como hierro, calcio y fósforo y vitaminas, mientras que es pobre en grasas, complementando de este modo a otros cereales y/o legumbres.

Luego de esta introducción sobre la “santísima quínoa”, procedamos a la receta.

Es muy fácil de hacer y sirve de acompañamiento para muchas cosas. Quedan muy deliciosas.

Ingredientes (para 8 unidades aprox.)

1. Dos tazas de quínoa cocida.

2. Huevos

3. Cebolla

4. Sal

5. Pimentón (rojo o verde)

6. Ajo

7. Otros aliños a gusto

8. Harina o salvado de avena

Se debe lavar la quínoa muy bien antes de cocerla. Esto porque contiene saponinas y puede quedar con un sabor extraño. Luego de pone a cocer igual que el arroz, con el doble de agua caliente en un tostador hasta que ya no haya rastros del agua. Apartar.

En un sartén sofreir la cebolla y el pimentón  picados en cuadros junto con el ajo molido, los aliños a gusto y sal. Esta es la parte donde una se pone creativa y puede modificar la receta. Tal vez, se puedan agregar trocitos de champiñones, zanahoria rallada o incluso, algunos granos de choclo (amo el choclo, nom nom).

Ahora, se debe mezclar la quínoa con el sofrito de cebolla. Para que vaya tomando consistencia, se deben añadir un par de huevos y revolver, pero si queda muy líquida, hay que agregar harina. Yo prefiero reemplazar la harina por salvado de avena, por una cosa de nutrientes, pero eso es opcional.

Una vez que nuestra mezcla tenga la consistencia deseada (es decir, que no se pegue en las manos, pero que tampoco esté muy seca), se procede a armar y aplastar las pelotitas que formaremos con nuestras manos. El tamaño es a gusto personal, pero yo siempre las hago de un tamaño de “hamburguesa congelada” normal.

Se deben freir ojalá en un sartén de teflón antiadherente, ya que la idea es tratar de evitar el aceite. También se pueden poner en la bandeja del horno, ya que quedarán igualmente ricas. Una vez que estén doradas por ambos lados, están listas para ser devoradas.

A mi me gusta acompañarlas de alguna ensalada rica, así me obligo a comer verduras (como les he contado, las verduras no son mi fuerte). Además, ideales para vegetarianos o para quienes deseen comer más sano sin dejar de recibir los nutrientes que el cuerpo necesita.

¿Has comido hamburguesas de quínoa? ¿Cómo consumes este alimento?